Caprichos



Yo sabía que anhelar tu mirada
Era absurdo como la lluvia de agosto,
Pero me gusta malgastar la voluntad
Yo sé que no debería tener tiempo
Para mal de amores,
Pero siempre le busco un huequecito,
Así, entre clase y clase,  me chispea tu rostro
O tu nombre, o alguna imagen
Regalada por esta empedernida memoria
Y las neuronas espejo.
Tengo el humor de llorarte
Y de sentir míos tus desvelos,
De desgañitarme por ver el  mundo de tu lado
Y hasta ceder a lo que de vulgar me inunda
Para entender tu desdén.
Esta generosidad que me acaba
Y a veces también me hinche,
Me regala el destello
Que no me encontraste.
Y me quedo en un rincón,
Como una niña que no entiende qué hizo mal,
Como mujer que no merece ni un atisbo,
Mientras recuerdo  las veces que tus ojos
Recorrían otros cuerpos aquellas noches.
La verdad es que debí gritarte un poco
Y mandarte al carajo sin miramientos,
En plan tragedia gorda:
Me hubiese sentado chachi.
Y en cambio te lloré,
Indefensa,
Mientras tú, sin intentarlo siquiera
Me dejabas caer,
Apenas el olvido de lo que nunca fue.
Qué jodida catástrofe.









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