Tiny vendetta



Y en esta noche larga
Me deleito acariciando el pelaje tostado de mi perra gitana
Mientras ensimismada me pregunto,
Todos esos capullos que no lo son al uso,
¿serán innatos o adquiridos?
No puedo negar al impertinente dolor
Punzado en la pregunta.
Amor,
Capullo no al uso,
Te evoco hoy como la flor al sol,
Te revivo
Con esa alma dando tumbos y muerta de vacío,
Con tu manía de estrella
Y mi veloz clarividencia de zorra salvaje.
Amor,
Le pido al tiempo que se doblegue y
Me borre los detalles.
Me conmovió tu magia para volverlo todo humo,
Humo helado,
Como aquel niño que siempre animaba el cotarro
Con el vientre colapsado de reyertas.
Ese niño que se desgañitó por vencer
Y que lo consiguió, pero se muere
Mientras apoya en cualquier sitio las riendas.
Y vienes para irte, sin darle tregua al llanto
Para que no te vea el mundo moqueando
Con los ojos cegados de ese sol que arrebatas.
Eres humo, humo ardiente
Que no quiere correr por no rendirse:
Amor, eres tú la mentira
Que me mata.
Dices y dices,
sueltas letras, proverbios,
Como si eso te hiciese libre,
Como para colmar o esclarecer al mundo.
Y mientras te confundes en las atrocidades
De tu falta de fe.
Te imagino dando vueltas concéntricas,
Valiente cobarde que no quiere virar
Hacia la incertidumbre.
Amor,
Yo que siempre abracé los abrazos que nunca me buscan,
Froto tu vientre desde aguas más calmas.
Me dio pena no ser
Un pequeño refugio,
Refugio y refugiada me soñé un día contigo,
Pero el vino se subió a la cabeza
Y me dijiste “no soy para ti”,
me quedé toda seca,
Estérilmente quieta,
Siguiendo cada uno de tus gestos,
Preciosándolos, precisándolos,
Como una cámara, como un congelador,
Buscando la parte eterna de tus más bajos fondos.
Y no te diste cuenta.
Niégame más, dolor impertinente.
Ahora debo erguirme para que no me duelas,
Canalla.


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