Irremediable
La intensidad tiene memoria empedernida.
La intensidad se obstina en apalancarse frente al reloj de
la puerta de Atocha
En un beso acelerado dado a medias
Antes de ceder al entusiasmo de los vuelos.
Es una puta guerrera infatigable:
Le traen sin cuidado las noches y mañanas sucesivas,
Las advertencias, los ultrajes.
Es inmune a los actos miserables,
A las decepciones, a toda lógica.
Es tan empecinada y tan constante
Que no lee entre líneas,
Que no cede a desmanes,
Que se apoltrona enamorada
En medio del tráfico
Y se queda colgada en absurdeces varias
Como las casas y los perros moribundos en Leganés,
En los camareros albaneses, en tu verdad a medias.
Está tan llena de sí misma
Que no entiende de fragmentaciones
Ni de fugacidades:
Es capaz, en su jodido nombre
De tragarse a la vez la bilis negra
y el esperma fértil de un hombre entusiasta,
De esos capaces de vivir una y otra vez
De salvarse desde chicos contra todo pronóstico,
De emborracharse de días de sol,
Con esa sonrisa y todos los vientos,
De los que parecen quedarse en un lugar
Mientras dan la vuelta al mundo
Y llegan a tiempo de despertar a tu lado.
La intensidad perdona a los cagados de miedo,
A los indiferentes que no lograron verte
Los huesos de cristal,
Al tiempo que promete que el castillo sigue defendido.
No le importa un carajo destrozarse en pedazos
Sólo para eternizar un momento de gloria,
Tan vanidosa siempre, tan audaz,
Tan manchega en el fondo, tan Quijote,
Para volver al lecho y morir
Ante la insensatez de sus inútiles gestas.
Comentarios
Publicar un comentario