Cántico I

Cántico I

Yérguete, niña de azúcar,
Ya llegó mañana; ya se convirtió en antes de ayer
Y tú te empeñas en romper clepsidras
Yaciendo horizontal ante lo inevitable.
Ah, extendida en un campo de amapolas
Dejando que la primavera se entrevere.
¿Por qué se empeñan todos en abrir tus ojos?
¿Qué de maldito tenía tu inocencia?
Advertencias, la vida
Es un anuncio imparable de amenazas
Pronunciadas en nombre de la pedagogía.
Pero tú deberías haber nacido del vientre de
alguna loba sin raciocinio,
Vagando en la noche, cazando en el día momentos de insensatez.
Yérguete, vuelve a abanderar a los valientes
Que durmieron con la esperanza de la resurrección,
Porque de ellos es la vida.

Y este dolor impertinente también se esfumará.

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