No quieras saber


Lo que te has perdido,
Un espectáculo orquestado entero para ti,
Abarrotado de sombreros de copa y de
Colores  esparcidos en el folio por una mente pura.
Artesanías, filigranas, cantos de sirenas abalanzadas,
Olas en el mar de los Sargazos,
Planetas irreverentes llenos de frutas prohibidas
Y todas las contorsiones posibles de los cuerpos en flor.
Has perdido la muchedad de los locos
En ese calcular que te abunda,
Y te maldecirás cuando sepas que la matemática
Es una ciencia absurda.
Has perdido el calor de mi largo brazo conduciéndote
al regazo imposible de las nubes,
Has perdido tomarte un descanso en la tierra prometida
de los sin rumbo,
Un calor de invierno crepitante de leñas invisibles
Y todos esos hogares que te tenía guardados como ofrenda.
Has perdido el temblor de la chiquilla que te convierte en héroe
Y esa fuerza salvaje con la que te adoraba.
Has perdido, y yo contigo, todo el vuelo y las historias interminables
Y las ganas de mirarme.
Yo he perdido poco, la verdad sea dicha:
Tu apariencia de sol, regada de mentira,
Tus palabras reproduciendo vida en la que no crees,
Un centro de los centros en que orbitas
Sin dar espacio a los márgenes que forman tu materia,
El cansancio de un hombre que sentencia
y que se pierde en los muros que se le van agrietando
como vino rancio carente de matices.
He de reconocer que me duele el vientre, me duele la columna,
Como si me hubieran privado de algo valioso,
Como si hubiera creído demasiado,
Como una niña desengañada después de los augurios.
No entiendo bien qué ha pasado
Para que esto no haya dado siquiera comienzo;
un desencuentro,
O mejor, es como si todo hubiese sido planeado,
Como si jugases a ser dios y a vaticinar un gesto
Como si no te importase en absoluto y yo hubiese sido 
una pequeña muñeca con cuerdas.
Tú no sabes lo que te has perdido
Y yo,
Prefiero jugar conmigo a que no pasa nada.



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